Por Lorena López
Además de biodiversidad, este ecosistema correntino es rico en historia y cultura: posee una marcada identidad y un orgullo especial por pertenecer al estero. Aquí, una nueva propuesta de turismo para conocer el Iberá como nunca antes.
Es de noche. Apagamos las luces de la camioneta y bajamos para ver las estrellas que se caen a pedazos de tantas y tan grandes que son. El aire cálido nos envuelve y nos quedamos en silencio, hasta que aparecen las luciérnagas y alguien menciona un haiku de Borges* que hace referencia a un momento como este que estamos viviendo.
Volvemos a la camioneta con rumbo a una estancia en las cercanías de Concepción del Yaguareté Cora, pueblo correntino que es uno de los portales de acceso al Parque Provincial Iberá, un área protegida de casi medio millón de hectáreas abierta al turismo y que iremos a recorrer –en parte- mañana.
Naturaleza y cultura
“La idea es que, además de la naturaleza del Iberá con sus más de 4.000 especies de animales y plantas, el visitante conozca la forma de vida en los esteros”, dice de entrada Rosa, nuestra guía, que además de saber mucho de la zona “por los libros”, es bien baqueana y lo demuestra a cada rato, ayudando a cargar la embarcación y describiendo lo que vamos viendo (una garza mora, un chajá, una jacana). Vamos un buen trecho con el típico sistema de botador (tacuara que quien maneja la canoa hunde en el agua para ir avanzando) hasta que de pronto llega la sorpresa: la canoa comienza a ser tirada por un caballo que a veces camina y otras simplemente nada por estas aguas llenas de vegetación, aves y flores de suave aroma.
A pesar de que parece que andamos en trineo, todo transcurre con igual calma y silencio y, poco a poco, vamos entrando al corazón de los esteros.
Pero recordemos que la propuesta turística de esta zona del Iberá no se agota en la observación de la biodiversidad. Lejos de eso: aquí se trata de conocer a la gente “del estero”, de saber cómo vive en medio de esta naturaleza avasallante y de compartir experiencias.
Por eso después del paseo terminamos en la casa de una familia bien estereña, donde nos reciben con un almuerzo típico (guiso de pollo y tortilla de olla), aunque lo súper típico de la zona viene ahora que ya hemos almorzado: una siesta con posterior mateada en el Refugio Timbó, dentro del Paraje Carambola.
El “refugio” consiste en una casa construida con materiales de la zona (piri con techo de paja) pero con comodidades de turista: catres de excelente calidad para dormir bajo los árboles, baños y cocina. Es el marco ideal para detenerse, descansar y a la vez dedicar tiempo para conocer y disfrutar este maravilloso ecosistema que alberga los cinco monumentos naturales correntinos: yacaré, ciervo de los pantanos, aguará guazú, lobito de río y oso hormiguero.
Un pueblo que muestra Concepción de Yaguareté Corá es un pueblo con identidad propia y que ha apostado al ecoturismo. Además de ser la cuna de Pedro Ríos, más conocido como el “Tambor de Tacuarí” (símbolo del compromiso con la Patria), tiene otras cosas para mostrar. Algunas de ellas son el Centro de Interpretación del Iberá (que conviene visitar antes de realizar los paseos para entender mejor este ecosistema), el Museo Histórico Manuel Belgrano (donde se explica desde el nombre del pueblo, la historia local y la presencia jesuita, entre otras cosas) y el Museo para Niños La Pilarcita, un novedoso espacio que rinde homenaje a las muñecas (y muñecos) con una excelente forma de narración.
“Aún nos queda la visita a los artesanos”, dice Rosa mientras caminamos por las calles de Concepción. Es que otro de los atractivos tiene que ver con la posibilidad que tiene el turista de visitar los talleres de los artesanos y hasta de aprender parte del proceso de armado o elaboración, como ofrece Rosario Salazar, experta en el tejido con espartillo e hilo de palma caranday. “Aprendí de mi abuelo, que no me enseñó pero yo lo veía siempre”, dice, “y ahora me toca enseñar a mí porque me parece que es algo muy valioso y bonito”, remarca dulcemente mientras exhibe sombreros, apoyapavas, paneras y hasta portalámparas. Otros artesanos se dedican a cuero, madera y plata.
Presencia guaraní
La vivienda con amplio patio para reunirse, las fiestas patronales de gran alegría, los ingredientes de la gastronomía y el mismo idioma que las nuevas generaciones han vuelto a poner en práctica. Todo esto nos muestra la presencia de la cultura guaraní en el Iberá (hasta su propio nombre, que significa Agua que Brilla) que representa otro gran atractivo para el turista que busca experiencias distintas y auténticas, que le permitan asomarse verdaderamente a otras formas de pensar y de vivir.
Nuestra recorrida por este Iberá que quiere mostrar su identidad continúa en una estancia ganadera llamada Abuelita Justa. Y es muy lógico que así sea porque la ganadería es la actividad productiva por excelencia de la provincia de Corrientes y conocida en todo el país por la gran habilidad del “mencho”, hombre de campo de notoria destreza en las tareas rurales. Aquí nos espera Francisco, dueño del establecimiento que ha abierto recientemente sus puertas al turismo y que le ofrece al visitante participar en las tareas productivas, visitar el vivero de orquídeas, cosechar su propia fruta de los árboles o hacer una remada por la laguna que hay en el campo. “Y preparar su propio chipá también”, agrega con una sonrisa mientras llega con unas canastitas humeantes. Cae la tarde y a medida que oscurece, entre mate y mate, el Iberá se nos manifiesta con sus sonidos, sus aromas y sus sabores.
*El haiku (poema breve de origen japonés) de Jorge Luis Borges es el siguiente:
¿Es un imperio
esa luz que se apaga
o una luciérnaga?
* Fuente: Revista Vida Silvestre N° 131 | Fundación Vida Silvestre Argentina
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